jueves, 30 de octubre de 2008

Con tono imperante y el rostro constipado de indignación, el chico hace cosas que no son de chicos. Doce años quizás? Trece? Y el padre escucha, orgulloso, el fruto de su adiestramiento, marcado por su impronta ideológica. Fue suficiente con ver a esa mujer de aires gitanos, con un niño a cuestas y otro precediendo sus pasos, para descargar su arsenal de barbaridades.

"Ves? A vos te parece que haya que viajar así? No deberían dejarlos subir a pedir, yo quiero viajar tranquilo y viene ésta, o los otros que venden, a gritar, a molestar. Me vas a decir que la plata la usan para comer? Seguro se la bardean en cualquier cosa... Sino los nenes no estarían ni sucios ni con esa cara de hambre..."
- "Fijate como lo lleva envuelto", acota el padre.
- Un desastre, parece un paquete... Que vayan a hacer algo, laburen... Cuánta negrada, por Dios...

Silencio, mirada hacia abajo y de vuelta a su mundo. Un mundo chiquito e irreal, donde los chicos repiten lo que dice papá, aparentan saber mucho y hablan bajito
, claro, no vaya a ser que el resto de los pasajeros escuche...

1 comentarios:

Creer o Reventar dijo...

Le pegaría a esa criatura.
Leo, se te extraña por el mequedoaqui. Sabés que me encantan tus historias. Se que son ciertas (más no así todas las mías jajaja) y es perfecta la manera que tenés de contarlas. Pocas palabras, cuentos cortitos pero sumamente descriptivos.

 
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