lunes, 20 de octubre de 2008

Hay historias que uno no sabe si creerlas, pero por las dudas...

Parece ser que la señora X tiene gustos raros, al menos en lo que a mascotas se refiere. No tiene un perro, ni un gato. Tampoco una pecera, ni mucho menos una tortuga. Nada de mariconadas: la fulana tiene una boa (que llamaremos Y), una de esas víboras que comen animales enteros y los trituran con su cuerpo.

Ella la cuidaba con dedicación y le compraba ratoncitos para que el bichito satisfaga su apetito. Pero un día, de repente y sin saber porqué, la boa dejó de
comer. Su dueña intentó variar el menú con algún otro tipo de roedor, pero no, nada dio resultado.

Una mañana, la señora X se llevó una sorpresa mientras dormía tranquila en su cama: la viborita, húmeda y brillante, estaba acostada a su lado, con un extremo en la almohada y el otro en los pies del colchón. X se asombró, pues Y nunca había hecho algo así.

Cuando la señora consultó con su veterinario de confianza, el profesional fue terminante:

- Señora, si no la mata usted, la mato yo, porque la está midiendo para comérsela.

Hay historias que uno no sabe si creerlas, pero por las dudas...

2 comentarios:

Leonardo Ferri dijo...

Salvo que me hayan mentido impunemente en mi propia cara, esta historia es verídica.

porteña dijo...

No tardo un segundo en hacerla sushi viboril. Qué impresión.

 
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