domingo, 28 de septiembre de 2008


Una señora humilde reposa entre la basura del barrio porteño y con la noche como fiel compañera, van viendo como termina un día mas en la vida del que menos tiene.

El recinto de la incomodidad está compuesto por unos cuantos diarios viejos que cumplen la función de alfombra; unos cartones hacen las divisiones de los ambientes; un colchón viejo, sucio, roto, es el encargado de brindar el confort.

La señora parece no estar cansada, el sueño no es un problema en la vida de esta mujer que a la vista muestra un verdadero insomnio.

El sueño a veces se combate con lecturas, televisión, comida o quizás con alguna pastilla milagrosa. En este caso, la señora del poco confort tiene en sus manos un cuaderno y una lapicera.

La señora acumula en los renglones del cuaderno, un sin fin de símbolos apilados un al lado del otro que no tienen significado, no se entienden, ni se pueden descifrar para poder comprender las frases.

A la vista del cuadro de la señora en su hábitat natural, sería muy necesario saber que significan sus escriturar para saber que piensa o que quiere decir.

Lo que mas me preocupa es saber si esas supuestas letras o números a vaya a saber que cosa, es poesía, es un cuento, una novela o una canción. ¿Estaremos en presencia de la próxima Alfonosina Storni o Isabel Allende?, ¿Será el anticristo que está escribiendo nuestros últimos días?, ¿Es la Nostradamus porteña?, ¿Alguien se quedará con esas escrituras?.

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